El domingo 25 de marzo pasado, en el suplemento Portafolio de El Comercio, en la sección En Debate, se publicó dos comentarios/artículos sobre un tema muy actual en Perú, la "masificación" del uso/consumo del gas natural. El Ing. John Hartley, presidente del Comité de Energía de la SNI, escribió uno de los artículos y yo fui el autor del otro.
Debido al interés que todavía existe sobre el tema, por los anuncios recientes del gobierno, reproduzco a continuación mis comentarios. Al final también pueden leer directamente lo publicado en Portafolio.
El acceso de la
población a fuentes modernas de energía es una de las metas principales de
desarrollo de los países. En el caso de Perú esta meta es un imperativo, por
tener muy bajo acceso y uno de los recursos energéticos más preciados, el gas
natural (GN). Sin embargo, lograr esta meta no es fácil. Veamos porqué.
Cada combustible
tiene su economía y su propia dinámica de mercado. Aún para un mismo
combustible como el GN, hay un mercado para el GN licuado, otro para el GN
comprimido y otro diferente para el GN distribuido por tuberías. Existe también
competencia entre combustibles sustitutos. Por ejemplo, para la generación de
calor casi todos los combustibles fósiles pueden competir. Hay también usos
alternativos para un mismo recurso, por ejemplo el GN para petroquímica y para
la generación eléctrica.
Para el
suministro energético domiciliario (principalmente de calor) tenemos dos
alternativas: el GN y el GLP (gas licuado de petróleo), ambos producidos en los
yacimientos de Camisea. El GLP es más flexible para su comercialización pero su
precio es de mercado. El GN requiere de ductos (reales o virtuales) para su
distribución, a altos costos, pero tiene un precio regulado. La red de ductos
para la distribución de GN solo se justifica para un cierto nivel de demanda,
mientras que la distribución del GLP ya existe en gran parte y es mucho más
fácil y económico su ampliación.
El otro tema es
el de subsidios. Si uno quiere ser cínico diría, si todo el mundo lo hace porqué
nosotros no (es notorio el subsidio a la producción petrolera en USA o a las
energías renovables en Europa). Además ya lo venimos haciendo con las gasolinas
de bajo octanaje, el diesel, el Fondo de Compensación Social Eléctrica, la
electrificación rural y con el gas natural en Lima (y en Ica pronto).
Hay una base
económica para los subsidios a ciertos consumidores (una diferenciación de
precios ayuda a capturar el excedente del consumidor de los usuarios más
pobres). Entonces, ¿se puede emplear subsidios para “promover” una cierta
política energética?; yo diría que sí, sujeto a: (i) que los subsidios sean
económicamente eficientes; y (ii) que estén limitados en cantidad y alcance
(sólo al segmento más pobre de la población). Además, el diseño de los subsidios
debe cuidar de no introducir distorsiones significativas en el mercado (tarea
muy compleja, por cierto).
La formula
“mágica” que han venido empleando las autoridades sectoriales en este tema -con
el beneplácito de los diferentes gobiernos (y el MEF)- es el uso del subsidio
cruzado para todo. Esto ha funcionando porque el impacto del subsidio a los que
tienen que pagarlo ha sido relativamente bajo, hasta ahora. La pregunta es
¿cuánto va a representar el subsidio a la red nacional de gasoductos (comenzando
con el Andino del Sur) y a las redes de distribución para la “masificación” del
gas natural? He ahí el quid del asunto.
A continuación se puede leer los artículos publicados en Portafolio.
A continuación se puede leer los artículos publicados en Portafolio.
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